HISTORIA DEL PADRE POLITO
Por: Ramón Abel Castaño Tamayo
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Granada-Antioquia.
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Así, en diminutivo, y
concordando con su sencillez y su candor de niño, prefería ser nombrado un
coloso de cuerpo, de inteligencia y de espíritu: el Padre Policarpo María
Gómez, coadjutor y párroco de Granada durante más de tres décadas, quien
falleció el 2 de Septiembre de 1958.
El Entorno.
En la década de los
años 20 del siglo pasado, cuando Polito llegó como dinámico coadjutor del ya
anciano Párroco, Padre Clemente Giraldo, Granada tenía una población de 7.000
habitantes, de los cuales apenas unos 500, agrupados en no más de 70 familias,
habitaban en el área urbana, la cual se extendía desde la calle denominada de
La Cañada (hoy calle Córdoba), hasta la llamada “calle de los tramposos” (hoy
Jorge Ramón de Posada).
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Área Urbana, Granada-Antioquia.
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Todas las calles
estaban cuidadosamente empedradas, lo mismo que los andenes; las casas,
edificadas en tapias de tierra apisonada, eran blancas, con aleros protectores
de la lluvia y ventanas de voladizo, con apretadas rejas de madera para
proteger el pudor de las novias. El campanario contaba sólo con las dos piezas
menores; la campana mayor fue adquirida por el P. Polito a mediados de la
década. No había alumbrado eléctrico ni acueducto.
El agua para el
consumo era conducida en atanores de barro desde el pequeño riachuelo que corre
al Occidente, y dispuesta para el público en tres pequeñas piletas, una en El
Sacatín, otra en la esquina de Las Rivas y otra en la convergencia de La Cañada
con la calle Boyacá; y en una artística fuente de forma octogonal, con ocho
vertederos por las bocas de ocho preciosos angelitos esculpidos en los lados,
la cual era el centro de atracción en la mitad de la plaza.
El Pastor
El P. Polito estaba
dotado de una vasta ilustración en ciencia religiosa, teológica y moral. El
rasgo sobresaliente de su espiritualidad era su devoción mariana; una de sus
primeras obras fue el monumento de peregrinación sabatina (y de ejercicio
físico), a tres kilómetros de distancia desde la iglesia parroquial, denominado
“La María”, con una preciosa estatua de María Inmaculada, encerrado en verja de
hierro forjado, con jardines y una preciosa fuente, hoy consumido por la
erosión.
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Parque sobre La Variante.
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Su fórmula usual para
saludar era: “!Oh! María”; y todas las festividades de culto público las
cerraba con tres “Vivas” a María Inmaculada. Y ya anciano decía andar a merced
de la Virgen: “María me dijo esto...” “María me ordenó tal cosa….” Para cerrar
con broche de oro esta escalada de afectos, en el año de 1.958 imprimió en la
Editorial Bedout, como precioso legado, un folleto de sesenta y ocho páginas
titulado: “AMOR AL INMACULADO CORAZON DE MARIA”.
La Planta de Energía Eléctrica.
El carácter
emprendedor del P. Polito tuvo esta primera gran expresión a mediados de la
década de los años 20.
Con el agua captada
desde la quebrada Santa Bárbara, produjo una caída de cincuenta metros frente
al cruce de la misma quebrada con la prolongación de la calle Jorge Ramón de
Posada, donde hizo instalar un generador de energía cuya operación confió a
Tulio Martín Tamayo, suficiente para un profuso alumbrado del templo, para el
alumbrado público desde los treinta o cuarenta cruces de las calles y carreras
existentes, y para el servicio domiciliario con bombillas de una especificación
única de veinticinco watios, instaladas en trescientos o más hogares que
pagaban una tarifa de cincuenta centavos al mes.

Cuando brillaron las
bombillas en medio de la oscuridad se escuchó un extenso e intenso rumor
colectivo de asombro; a mi lado dos parroquianos entusiastas comentaban cómo
podía ser aquello y por qué a través de los postes aparecían dos cables
conductores forrados en tela negra, y uno de ellos le explicó al otro: “pues
claro, hombre; así tiene qué ser; no ve que por el un alambre va la metrocida y
por el otro va l`agua?”
El Acueducto.
El P. Polito emprendió
la obra del alumbrado eléctrico como empresa de la Parroquia. El acueducto fue
una empresa del Municipio, impulsada por el Párroco, con un argumento
contundente: “si la Parroquia pudo con la planta eléctrica, el Municipio tenía
qué poder, con el aporte del servicio esencial de agua”.
El reto fue acogido
por el Alcalde vitalicio Neftalí Zuluaga y por el igualmente vitalicio
Presidente del Concejo, Ladislao Tamayo, aprovechando el agua tomada de la
misma fuente que surtía las antiguas pila y piletas.
En el cruce de la Calle Real (hoy calle Bolívar) con la carrera de El
Zacatín, se construyó el tanque de acopio; y a lo largo de las calles y
carreras se extendió la red de distribución en tubos de seis, cuatro y dos pulgadas de
diámetro, de las cuales se tomaban las instalaciones domiciliarias, en tubería
de tres octavos de pulgada, con derecho a una sola canilla por la cual el
usuario pagaba la suma de cincuenta centavos al mes. Este importante logro dio
lugar a una crisis de afectos.
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Área Rural , Granada-Antioquia.
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Con el Acueducto en
servicio, la hermosa fuente de la plaza perdía su valor de uso y conservaba
sólo un valor afectivo, de ornato, entrañable para los vecinos, quienes se
oponían tenazmente a su demolición, la cual era necesaria para la construcción
del parque proyectado para la celebración del centenario de la muerte del
Libertador Simón Bolívar (en Diciembre de 1.930). El problema se resolvió de un
modo poco convencional: los jóvenes cachacos (que estudiaban en Medellín)
Abelardo Tamayo, Manuel y Francisco Emilio Yepes, Antonio Botero y Juan
Francisco y Luis Eduardo Arias, invocando la razón “del progreso”, se
confabularon, y una noche, mientras los notables dormían, demolieron a golpes
de almadana la preciosa joya monumental.
El Templo de Santa Bárbara.
Dos limitaciones de
orden locativo, aparentemente insuperables para una topografía empinada,
acuciaron la creatividad, el espíritu emprendedor y la capacidad de liderazgo
del P. Polito: la insuficiencia del templo para dar cabida a las demandas de
servicios religiosos de una población aceleradamente creciente, y la carencia
de espacio apropiado para el desarrollo urbanístico que ese incremento
poblacional demandaría en el futuro. Esto dio lugar a su gran proyecto, de
objetivo múltiple, para superar ambas limitaciones: la construcción de un
templo más espacioso dedicado a la Patrona de la Parroquia, que a la vez sería
el polo de un gran desarrollo urbanístico en el futuro, que duplicaría el área
edificada.
Este proyecto desató una fuerte oposición de los notables residentes en el
área urbana, con el argumento de que su ubicación estaba demasiado distante, y
que lo mejor era ensanchar el templo actual; ellos estaban pensando en el
presente, mientras que Polito tenía su mente ubicada un siglo adelante.
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Parroquia Santa Bárbara, en
los años 40.
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Para acallarlos, hizo
construir su residencia en la esquina diagonal con la manzana de ubicación del
templo. Gran argumento: el templo estaba proyectado, sustancialmente, para una
población futura, que duplicaría la actual, y cuyo destino era residir en ese
nuevo espacio. Las críticas cesaron y la obra fue emprendida con el apoyo
unánime de la población.
Y aquí es donde se
revelan las dotes de empresario del P. Polito: no se disponía de materiales de
construcción, y para proveerlos hizo explorar terrenos aptos para la
fabricación de ladrillo y teja; los halló en la vereda de Las Vegas, y allí
instaló el Tejar de Santa Bárbara; no había leña en el entorno para hornear el
material producido, y para proveerla se compró un extenso bosque en la vecina
vereda de Reyes, y una recua de bueyes para su transporte. Y para ahorrarse un
veinte por ciento en el costo de transporte del ladrillo procesado, se ideó un
mecanismo sólo concebible en la mente de un gran líder, con un enorme poder de
convocatoria: el transporte se hacía en mula a lo largo de la semana, hasta los
andenes del “hospital de Laurita” en la calle de La Cañada, y desde allí era
llevado al templo en construcción, con repique de campanas, los domingos,
después de la Misa Mayor, “en convite”, por los entusiastas feligreses
encabezados por su Párroco, revestido con los ornamentos sagrados.
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Parroquia Santa
Bárbara.
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Ya para el año de
1.940, la estructura del templo estaba concluida, salvo la torre central del
frontis, que estaba ejecutada en las dos terceras partes de su altura. Ante la
inminencia de su relevo como Párroco, después de una dura visita pastoral del
Arzobispo Salazar y Herrera, en la que fue objeto de críticas despiadadas, el
P. Polito le dio a la obra el último gran impulso, pagando de su cuenta los
materiales y una cuadrilla de veintidós trabajadores, para concluir los
acabados interiores y ponerlo en servicio, antes de su retiro, reduciendo la
tarea de sus sucesores a la terminación del frontis.
Normal La Inmaculada.
Al término de una misa
dominical, el P. Polito sorprendió a los asistentes con la noticia de que “una
persona generosa estaba dispuesta a aportar la suma de cinco mil pesos para
construir un edificio destinado a un colegio de señoritas, sobre el lote
contiguo al templo, a condición de que cincuenta de sus feligreses aportaran
otros cinco mil pesos, en cuotas de cien pesos cada uno” (era la época del
patrón oro, en que un peso equivalía a un gramo de oro). Al siguiente domingo
sorprendió, aún más, con la noticia de que ya tenía listos los aportes de los
pequeños contribuyentes.
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Parroquia Santa
Bárbara.
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El edificio fue
construido en el término de meses, y la Normal Superior La Inmaculada empezó a
funcionar, regentada por Hermanas Franciscanas de procedencia europea, con
métodos pedagógicos y contenidos curriculares suizos y austriacos, con los
cuales, durante seis décadas, proveyó al país centenares de excelentes
maestras, hasta que terminó integrada al Instituto Departamental de Enseñanza
Media, de carácter mixto, que funciona en la actualidad.
Más tarde el P. Polito, acosado por sus admiradores, tuvo que confesar que
“la persona generosa” que actuó como gran donante, era él mismo, “porque la
Virgen se lo había ordenado”; según su relato, durante toda su vida alentó la
ilusión de vivir en Lourdes, cerca de la Virgen, con sus ahorros, procedentes
del modesto patrimonio heredado de sus mayores; pero a última hora, “la Virgen le dijo
que desistiera de ese proyecto, puesto que a ella la tendría cerca, dondequiera
que viviese, y que esos recursos los aplicara a la fundación de un buen colegio
para proveer educación cristiana a las futuras madres de la familia granadina”.
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Casa de la Cultura.
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El Padre Polito
terminó su vida en condiciones de pobreza casi absoluta; no existían en ese
tiempo mutualidades, ni pensiones de retiro para los sacerdotes ancianos,
quienes quedaban a merced de sus familias. Residió alternativamente entre sus
amigos de El Santuario y de Granada, “según la Virgen se lo iba indicando”.
Este es un breve esbozo de la figura de un coloso del espíritu, constructor
de un templo con dimensiones de catedral, impulsor de un proyecto urbanístico
que duplicó el área construida y gestor e impulsor de un centro educativo que
elevó el nivel cultural, social y económico de la región.
REFERENCIAS:
Granada Antioquia, pueblo soñado, página en Facebook, 2.016.
Que maravilloso hombre de Dios. Poca difusión de tan grandioso testimonio de vida
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